Tumba común incluye una serie de 22 imágenes tomadas con una cámara estenopeica (o estenopógrafo) fabricada con una caja de cerillas de la marca «La golondrina». La ilustración de portada, realizada por Patricia Villamarín, está basada en una de estas imágenes.
“Estenopo”=“agujero”, “grafía”=“escritura”. La estenopografía sería, por tanto, una «escritura a través del agujero». Fotografía espectral, escritura de las formas en disolución. La estenopografía es a la imagen fotográfica lo que la cuadernística a la palabra escrita.
En la estenopografía, los objetos aparecen bañados en la luz desmigajada de ciertos recuerdos, diluidos en la improbabilidad y el accidente. Como esas anotaciones que llegan al cuaderno en forma de huella o germen de algo que no termina de ocurrir.
Este fragmento de cuaderno atestigua los primeros pasos del estenopógrafo:
Pongo a prueba la Golondrina. No tengo ni idea de si saldrá alguna maldita foto de ese chisme. Lo más probable es que no. Si resultara que sí, ya tendría una manera de ilustrar los poemas de Tumba común. Si esos textos fueron escritos a mano en un cuaderno, las imágenes que los acompañan también deberían, de alguna manera, ser escritas a mano.
Cuaderno Gatatumba, 26 de diciembre de 2014
El escritor estenopógrafo espera mientras su caja negra recoge los fantasmas. Mira fijamente la escena mientras el agujero absorbe la luz que el objeto devuelve desde un espacio muy diferente al que perciben sus ojos. La espera, la contemplación, invoca y remueve los fantasmas en el interior de la caja negra. Del otro lado del agujero, la presencia pura del objeto se convierte en espectro, en espacio anterior al espacio, en recuerdo puro.
La estenopografía me ayuda a pensar, me ayuda a mirar. Pero también complica algunas cosas. Cuando tiras una foto con una cámara estenopeica, estás obligado a impresionar el negativo en tu cabeza a fuerza de contemplar el objeto. Como si solo mirando con intensidad el objeto pudiera el obturador de la cámara recoger la luz que necesita. Conforme disminuye la luz –al hacerse más tarde–, crece la duración de la contemplación. De manera que una toma puede convertirse en un ejercicio de meditación o de estesis.
Cuaderno Gatatumba, 29 de febrero de 2015
Mario Bellatin ha escrito sobre la fotografía estenopeica:
La cámara estenopeica hecha a mano […] toma unas fotos extrañas, como enmarcadas en su propio tiempo y espacio. En la mayoría de las fotos conseguidas con esta técnica, se ve retratado algo así como el infinito.